ZARAGOZA. PALACIO DE LA ALJAFERÍA.
Hoy visitaremos el palacio de la Aljafería, uno de los conjuntos monumentales más emblemáticos de la ciudad de Zaragoza (imagen 1). Cuenta con una dilatada historia de más de 1000 años. A lo largo del milenio ha sido palacio de verano musulmán, palacio mozárabe de los reyes de Aragón, palacio real de los Reyes Católicos, sede de la Inquisición, acuartelamiento militar y, desde 1985, sede de las Cortes de Aragón.
Antes de nada me gustaría compartir una leyenda sobre su construcción. Nos encontramos a finales del siglo XI en Saraqusta (Zaragoza), una de las taifas más poderosas de toda al-Ándalus. Los reyes de la taifa se alojaban en el alcázar de la Zuda. En esta residencia oficial se alojaba Ben Alfaje, príncipe de la taifa. Al anochecer solia salir a pasear a la orilla del río Ebro. Un día, paseando llegó hasta una zona que los musulmanes conocían como al-Musara (Almozara). Maravillado por la belleza de la zona, Ben Alfaje susurró un ferviente deseo:
"Qué hermoso sería construir en este vergel el alcázar más bonito jamás construido: estucados de pórfido y nácar, hermosas fuentes, altas torres, suelos de mármol, zócalos de alabastro, techos de oro, yeserías de los mejores maestros, limoneros con la mejor alberca del mundo..."
Pero alguien había escuchado su deseo. De pronto escuchó a su espalda su nombre. Ben Alfaje se dió la vuelta y se encontró con un anciano de larga barba blanca, vestido con una toga también blanca y con una corona de algas en su cabeza. El anciano se presentó como el padre Ebro, el espíritu del río y le dijo:
- Yo haré realidad tu deseo a cambio de la bella Hanifa, tu esclava favorita.
- Hazlo y será tuya - contestó el príncipe.
Habiendo realizado el pacto Ben Alfaje se quedó dormido. Al despertar, pensó que todo había sido un sueño pero vió que se encontraba en un fabuloso palacio, lleno de color, con un salón dorado, con alfombras persas, sedas de Oriente, con un maravilloso de los jardín inundado de olor a limoneros, naranjos y jazmín, y todo ello rodeado por las ricas huertas de la al-Musara. El príncipe no cabía en sí de gozo y se olvidó de Hanifa que misteriosamente había desaparecido esa noche. Aún hoy en día hay gente que dice que los días en el que el cierzo sopla con más fuerza, se escucha en las riberas del río al padre Ebro llamando a su amada.
Como he dicho actualmente es sede de las Cortes de Aragón por lo que la visita a una parte de la edificación no es posible. A ello se une una reducción de las estancias accesibles por motivos del COVID para realizar las visitas más accesibles y rápidas. Pese a todo ello creo que es una visita altamente recomendable.
Podemos destacar tres etapas o estilos constructivos: el palacio de verano musulmán del siglo XI, las reformas y ampliaciones de los reyes aragoneses en estilo mudéjar y el palacio de los Reyes Católicos.
En un principio el lugar solo contaba con una torre, la actual Torre del Trovador, posiblemente de una atalaya defensiva. Alrededor de esta defensa Abu-Ya'far Ahmad I al-Muqtadir billah, rey de la taifa de Zaragoza, alrededor del año 1065 construiría este palacio de recreo que en un principio se llamó "qasr al-surûr" (palacio de la alegría).
¿Entramos? Accedemos, tras salvar el foso, por una puerta con arco de herradura franqueada por dos torres circulares (imagen 2).
Al traspasar el umbral encontramos en primer lugar en el patio de San Martín (imagen 3), antesala del recinto taifal. Debe su nombre a la iglesia de S. Martín. Este templo fue construido, sobre una anterior románica, entre 1399 y 1410. El impulsor de la construcción fue el rey de Aragón Martín I el Humano con un objetivo muy claro, custodiar en ella el Santo Grial que hasta entonces se encontraba en el monasterio de S. Juan de la Peña. La reliquia estaría aquí algo más de cien años.
La Aljafería contaría además con la capilla de S. Jorge, hoy desaparecida. S. Martín no es visitable pero podemos admirar su portada donde armonizan elementos cristianos e islámicos (imagen 4). Vemos En arco carpanel cobijado por otro apuntado y enmarcándolos un doble alfiz de rombos. En el tímpano encontramos un conjunto de arquillos ciegos entrecruzados que nos remiten al palacio hudí (el relieve central es una aportación reciente). En las enjutas, sendos escudos con la insignia del rey de Aragón.
En una esquina, una torre diferente, mudéjar. De planta cuadrada y remate final almenado fue construida en la misma época que la iglesia (imagen 5). En la parte baja dos huecos en arco túmido por cada lado, posiblemente herencia de la primitiva torre islámica del siglo XI.
Entramos en el palacio taifal. El patio central (imagen 6) es a cielo abierto y con orientación norte-sur (con alberca al sur) y a él vertían los pórticos, salas y dependencias. Se llama de Sta. Isabel pues en la Aljafería nació la infanta Isabel que llegaría a convertirse en reina de Portugal. En el lado septentrional el Salón Dorado (imagen 8) con triple acceso (imagen 7). El Salón Dorado cuenta con una galería superior de arcos de herradura, la cubierta es de madera y, por restos conservados (imagen 9), se cree que la ornamentación era por yeserías con atauriques policromados y un zócalo de alabastro, el suelo era de mármol.
Asimismo, en este pórtico norte encontramos un pequeño oratorio de planta octogonal y uso privado. Se accede a través de un arco de herradura califal decorado con textos coránicos (imagen 10). En su interior el lugar más importante es el mihrab, orientado a la Meca. La cubierta es una pequeña bóveda en forma de concha, símbolo de la sabiduría divina (imagen 11).
Atravesando una pequeña exposición de restos decorativos encontrados y subiendo unas escaleras llegamos a estancias de un rey aragonés que hiza importantes reformas en la aljafería, Pedro IV. Estas reformas se realizaron porque el palacio taifal se había quedado pequeño y porque además estamos en pleno conflicto con el rey castellano Pedro I y hay que adecuar el lugar. Llegaremos con la ampliación hasta la Torre del Trovador, aquella atalaya defensiva. Accederemos a una gran sala donde encontraremos el brocal de un gran pozo-aljibe en el suelo (imágenes 12 y 13). Alcanza una profundidad de doce metros llegando al nivel freático del Ebro. En el pozo se halla también un túnel que llevaría a la nombrada torre.
La sala actual fue dividida en dos en el siglo XVI tal y como nos indican los mechinales a media altura. El lugar sería un salón de primera recepción, una antesala para una recepción real. A destacar el techo donde se ven los colores del rey de Aragón, rojo y dorado. De este modo los invitados, mientras esperaban su turno para subir al piso superior tendrían la primera impresión del poder y magnificencia del Rey de Aragón pues en las jácenas encontramos los escudos, más de 100, de la casa del rey Aragón y en las secundarias habían más de 2000 escudos correspondientes no sólo al rey y su casa de Aragón sino también a las esposas de los reyes de Aragón (imagen 14). Dos curiosidades sobre el Ceremonioso, Pedro IV era bajo de estatura, por ello, en los actos públicos y recepciones solía aparecer con un casco coronado con un dragón alado para parecer más alto. La otra es que su mascota favorita era un oso de más de dos metros, Anteón. Se encontraba en un recinto en el foso, que siempre fue seco. Este foso (imagen 15), construido en este periodo, en tiempo de paz, tenía recintos que contenían animales exóticos o salvajes que eran regalos de otros reyes como símbolo de poder. En el siglo XIV este foso llegó a tener, además del oso, seis leones, un leopardo, varios pavos reales, varios lobos y perros de caza de gran tamaño.
Los Reyes Católicos, A finales del siglo XV, ordenan ampliar y construir un palacio para uso real sobre el ala norte del recinto taifal. Las obras, como sucedió con Pedro IV, mantuvieron el espíritu de los maestros constructores mudéjares de la aljafería. En la figura 16 os muestro la representación heráldica que seguramente presidió el acceso principal del Palacio. En él se incluyen todas las Coronas de la Monarquía Hispánica.
Al palacio se accede por una monumental escalera de dos tramos (imagen 17). Se cubre con bovedillas transversales entre las jácenas decoradas con pinturas de motivos que recuerdan a los Reyes Católicos: las flechas (emblema de Isabel) y el nudo gordiano cortado sobre el yugo del carro (emblema de Fernando) que alternan con animales fantásticos y seres mitológicos, frutas, flores...
Este "nuevo" palacio consta además de varios salones, una galería (imagen 18) y tres salas denominadas de los Pasos Perdidos. Sin embargo, pienso que lo más destacado de esta ampliación es, sin duda, el Salón del Trono con su espectacular artesonado mudéjar de madera dorada y policromada. El acceso principal al Salón del Trono es por una puerta que acoge en la parte superior un nuevo escudo de la Monarquía Hispánica sostenido por dos leones al que en esta ocasión se le ha añadido una granada, símbolo del nuevo territorio conquistado (imagen 19).
El Salón del Trono (imagen 20) es una amplia sala de unos veinte por ocho metros aproximadamente producto de la unión de tres estancias del palacio mudéjar de Pedro IV. El artesonado está formado por treinta casetones (imagen 21). En el interior de estos casetones se inscriben octógonos con un florón central hojarasca rizada que remata en grandes piñas colgantes que simbolizan la fertilidad e inmortalidad. No faltan tampoco el yugo y el haz de flechas y la leyenda "Monta Tanto" (imagen 22). Bajo la techumbre, una galería de ochenta y dos vanos de arcos conopiales (imagen 23).
El último elemento de la techumbre es un friso que recorre la sala por debajo de la galería. Este friso consta de dos molduras labradas con motivos vegetales (racimos de uva, hojas de vid, pámpanos...) y dragones alados (imagen 24) Entre ambas molduras hay una larga inscripción latina en letras góticas:
“Ferdinandus Hispaniarum Siciliae Corsicae Balearumque rex principum optimus prudens strenuus pius constans iustus felix et Helisabeth regina religione et anima magnitudine supra mulierem insigni coniuges auxiliante Christo victoriossimi post liberatam a mauris Bethycam pulso veteri feroque hoste hoc opus construendum curarunt anno salutis MCCCLXXXXII”.
Cuya traducción sería más o menos la siguiente:
“Fernando, rey de las Españas, de Sicilia, de Córcega y de Baleares, príncipe óptimo, prudente, esforzado, pío, constante, justo, feliz, e Isabel, reina, superior a toda mujer por su religiosidad y grandeza de espíritu, cónyuges insignes, victoriosísimos con la ayuda de Cristo, tras liberar Andalucía de moros, expulsado el antiguo y fiero enemigo, ordenaron construir esta obra el año de la salvación de 1492”.
La techumbre se refleja en el suelo, donde se reproducen los treinta cuadrados con sus respectivos octógonos inscritos (imagen 25). En cuanto a las paredes, salvo los vanos, no existe decoración alguna. Debemos pensar que en su momento estarían cubiertos por tapices, cortinas... Una curiosidad relacionada con los tapices que usaban los Reyes Católicos para las visitas. Si eran amigas utilizaban tapices agradables. En cambio, si era un enemigo era recibido con temas de guerra y poderío militar para amedrentarlo desde un principio.
Han pasado más de cinco siglos desde el reinado de Isabel y Fernando. Durante este tiempo la Aljafería ha sufrido muchas reformas y remodelaciones. A finales del siglo XVI Felipe II ordenó la fortificación del recinto para adaptarse a la ya existencia de armas de fuego. Rodeando todo el recinto se levantó un muro almenado creando un camino de ronda que remataba en cuatro baluartes pentagonales en las esquinas. También se amplió el pozo a una anchura de veinte metros que se salvaba por dos puentes levadizos al este y al norte.
En el siglo XVIII, por iniciativa de Carlos III, se modificó de nuevo para convertirse en un acuartelamiento y a un uso militar.
He dejado para el final, el elemento de más antigüedad, la Torre del Trovador (imagen 26). Se llama así por servir de inspiración a Antonio García Gutiérrez para su drama romántico en 1836 titulado "El trovador"
La obra narra la historia de Manrique de Lara, trovador de profesión que fue criado por una gitana aunque su sangre pertenecía a la nobleza zaragozana. Se enamoró de Leonor, una joven de la corte de La Aljafería, de la que también estaba enamorado Antonio Artal, hermano del primero aunque ambos desconocían este hecho. Leonor eligió a Manrique y Antonio, por celos, hizo que la joven fuese encerrada en un convento. Pero el trovador la raptó y escaparon juntos. La pareja vivió feliz hasta que dieron con su paradero: Manrique fue apresado y llevado a la torre de La Aljafería, donde fue condenado a muerte y ejecutado. Desde este momento la torre se conocerá como “la torre del trovador”. La muerte de Manrique provocó el suicidio de Leonor y la historia no fue mucho mejor para su otro pretendiente, Antonio, ya que la gitana le contó que había ejecutado a su propio hermano y murió desconsolado al conocer la noticia.
En esta obra se inspiró el compositor Giuseppe Verdi para escribir el libreto de su ópera "Il trovatore" estrenada en Roma en 1853.
Bien, la torre tiene planta cuadrangular, cinco pisos de altura y fue construida a mediados del siglo IX. Los muros en la primera planta tienen un grosor de poco más cuatro metros, sin aberturas significativas y con la puerta en alto de acceso mediante una escalera destruible o escamoteable, seguramente de madera. En los muros se abre una veintena de aspilleras, la puerta de acceso del adarve y siete ventanas. El remate almenado de la torre no es el original, corresponde a la intervención de 1973 que a su vez fue una intervención del siglo XVIII.
En cuanto a su estructura interior, consta de cinco plantas, las tres primeras de época musulmana, y las dos superiores, y parte de la tercera, cristianas.
En la primera planta el espacio se compartimenta mediante dos pilares cruciformes que generan, en sentido este-oeste, dos naves de tres tramos cada una (imagen 28). Desde esta planta existe un paso atrincherado que comunica con el pozo-aljibe, acceso que pudimos ver del otro lado, desde el Salón de Recepciones de Pedro IV (imagen 29).
Es muy posible que los dos pisos superiores fueron construidos en la época de Pedro IV.
El uso de la torre ha sido muy variada desde su primitivo origen de atalaya defensiva. En 1070 Al-Muqtádir ordenó instalar en la terraza de la torre un observatorio astronómico, en el que el monarca musulmán pasaba largas horas con sus astrónomos estudiando el movimiento de los planetas, la posición de las estrellas y los fenómenos que se producían en el cosmos. En el siglo XIV instaló una biblioteca en una de sus plantas. Sin embargo, el uso más prolongado de la torre fue el de calabozo de la Inquisición.
El Tribunal de la Inquisición se instaló en la Aljafería el 12 de enero de 1486. Las viviendas de los inquisidores estaban en el entorno del patio de San Martín y la Torre del Trovador se utilizó como calabozo. Durante los siglos XVIII y XIX, debido a su carácter de acuartelamiento militar, también se utilizó como cárcel. Durante su periodo de reclusión, los encarcelados se dedicaron a hacer firmas y «grafitis» que aún permanecen en el interior de la torre en todas las plantas salvo la primera (imágenes 30 y 31).
Una última recomendación, animaos a circundar el edificio. Podréis ver y admirar un edificio cargado de la Historia de Aragón y de España.
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