CASTILLO DE CORNATEL. (Priaranza del Bierzo. León).
Hace unas semanas en nuestro recorrido virtual estuvimos en el Castillo de Ponferrada y en un momento dado salió relacionado Cornatel. Ambos castillos tienen un origen templario y podemos recordar la leyenda que los une:
"El castillo de Cornatel está asentado sobre una gran cueva que permitiría bajar hasta el río en caso de asedio. De igual forma desde Cornatel partiría un túnel de unos diez kilómetros que lo uniría con el castillo de Ponferrada".
En coche el trayecto será de unos 17 kilómetros, unos veinte minutos. Sin embargo, os aconsejo una parada en Priaranza del Bierzo. Allí podréis encontrar un caballero templario que protege al peregrino del Camino de Santiago de Invierno esculpido en un viejo tronco (imagen 1) . Es obra de Víctor Lobato Rixo, escultor de la zona.
El castillo se asienta en un cerro escarpado de los Montes Aquilanos, un lugar prácticamente inexpugnable rodeado, por la zona norte y este, por un barranco de 180 metros de desnivel. Es un excelente mirador del arroyo de Rioferreiros que discurre entre la frondosa vegetación de la zona. La historia y antecedentes del lugar son amplios. Se cree que en su momento hubo un castrum romano, por su cercanía a las explotaciones auríferas de Las Médulas.
Durante siglos pasó a un segundo plano. En 1055 en un documento, aparece una referencia sobre un amplio territorio dominado por un castillo al que se llama señorío de Ulver. Son los primeros años de la Reconquista. En otro documento de 1065 se menciona El castillo de Ulver pero con una anotación al margen para evitar dudas: "castillo de Cornatel". Durante casi siglo y medio estará principalmente ligado a los Froilaz, familia con gran poder en el Bierzo. En 1228 los templarios ya estarán en Cornatel a razón de una escritura del monasterio de San Pedro de Montes de ese año: "Tenente Ulver Freyres del Templo". Allí permanecerán hasta 1312.
Pero en un castillo templario, no podría ser de otra forma, las leyendas abundan. Se dice que , la primera noche de Luna llena de verano se aparece, en el monte que domina el enclave, en una roca conocida como la Pedra do Home una misteriosa espada, espada templaria. También se cree que en el interior de la fortaleza hay varios tesoros escondidos, entre ellos un cofre con monedas de oro que enterrado. Otro legendario tesoro que podría albergar el lugar, esa vez no relacionado con el Temple, sería un escondido un juego de bolos de oro que debió pertenecer al primer conde de Lemos, gran aficionado a este entretenimiento.
El castillo pasa a Álvar Núñez Osorio y luego a Pedro Fernández de Castro. En 1467 sufre la Revuelta Irmandiña (revuelta del campesinado ante los abusos señoriales), el castillo es tomado y casi totalmente destruido. El primer Conde de Lemos ordenará su reconstrucción y será el lugar escogido por él mismo como lecho de muerte en 1483. La muerte del conde abre un conflicto familiar por su herencia que obliga a intervenir a los Reyes Católicos que crean el marquesado de Villafranca para Juana Osorio, hija del conde de Lemos, y su marido. Entre sus bienes se encontraría el Castillo de Cornatel.
En 1823 el castillo pasaría a pertenecer al municipio de Ponferrada.
La fortaleza tiene una estructura simple y una planta irregular por la necesidad de adaptación al terreno en que se encuentra. Está construido a base de hormigón de cal, mampostería y sillería. En la imagen 3 os muestro la estructura actual de la fortaleza.
Un estrecho sendero exterior al abrigo de la muralla norte nos conduce a la entrada principal (imagen 4) retranqueada entre dos lienzos de grueso muro donde se observan a cada lado dos saeteras para defensa y vigilancia. Flanqueando el arco de entrada se penetra en el interior donde se encuentra el amplio patio de armas, con forma de polígono irregular (imagen 5).
Al atravesar la puerta de acceso, a la derecha, hallamos el palacio usado por el conde de Lemos (imagen 6). La parte inferior es utilizada como espacio expositivo.
En cambio, si giramos a la izquierda, nos encontramos ante lo marcado en el plano como "sala doméstica". La construcción fue realizada en la segunda mitad del siglo XV con la reforma realizada por el Conde de Lemos. Os dejo un esquema de las diferentes partes del edificio:
1. Planta baja. Con un uso auxiliar (almacén, establos...).
2. Planta alta con una función residencial.
3. Aljibe. Depósito en el que se recogía el agua de lluvia procedente de los tejados adyacentes. Los gruesos muros estaban recubiertos al interior de un mortero pintado en rojo y en el fondo de la cisterna existía un hoyo que servía para decantar las impurezas del agua.
4. Galería que conectaba con el palacio.
5. Bóveda de medio cañón abierta para recoger agua.
6. Acceso a una cámara de tiro.
La torre del homenaje también es de mampostería y de planta cuadrada, está segmentada en varios pisos. Forma parte del sistema defensivo del castillo en el frente sur, el más vulnerable dadas las características del terreno. Con 18 metros de altura, tiene un carácter simbólico al convertirse en el elemento más visible desde el exterior. Fue construida por el primer conde de Lemos a mediados del siglo XV y reconstruida tras el ataque de los irmandiños (revuelta nombrada anteriormente). En la planta baja disponía de un portillo, una puerta secundaria que conectaba con el exterior.
La fortaleza está protegido por una sola muralla recorrida por un paseo de ronda defensivo, totalmente almenado al que se accedía por medio de escaleras voladas de madera y piedra de pizarra. Las torres están abiertas por el muro que da al interior.
El patio de armas del castillo está marcado en todo momento por los afloramientos rocosos, que son los que condicionan la ubicación de los edificios circundantes. Cuenta con
diversas construcciones, algunas ya citadas, como la casa palacial, la casa doméstica, almacenes, calabozos (no visitables), cuadras, silos, aljibe, vestigios de lo que fue (posiblemente) la capilla y la torre del comendador rodeada por una muralla almenada y rematada con una torrecilla semicircular.
En el patio de armas, en todo el castillo, se observan abundantes agujeros y hoyos realizados por buscadores de tesoros tanteando el terreno atendiendo a las numerosas leyendas y mitos del lugar.
Destaca en el extremo Este un espolón rocoso que es aprovechado como otero (imagen 17). Existen también los restos de una espectacular "casa colgada" sobre el precipicio (imagen 18).
Antes de terminar os contaré otra leyenda relacionada con este lugar:
"En las noches de Luna llena de agosto y septiembre se aparece una cama de oro sobre la que yacen los esqueletos de un hombre y una mujer rodeados de flores. Sin embargo, según parece, esta escena cambia cuando alguien se acerca. En ese momento, todo se transforma en serpientes. Según se dice, este enclave fue escenario de algún amorío ilícito y quizá los amantes al ser sorprendidos, fueron asesinados".
Pero hay más. Algunos vecinos de los pueblos colindantes (Villavieja) afirman "haber visto el supuesto espectro del noble paseándose por los terrenos adyacentes al castillo". Según se cuenta, en vida el conde solía caminar hasta una fuente, hoy desaparecida, que se hallaba en dirección a Villavieja. Y en las noches de Luna llena otros testigos dicen "haber visto la silueta errante del noble vagando por las estancias del castillo".
Y, por último, contaros que en 1844, el castillo es utilizado como escenario romántico para una de las principales novelas históricas españolas, "El Señor de Bembibre" escrita por el escritor berciano Enrique Gil y Carrasco:
"Por fin, torciendo a la izquierda y entrando en una encañada profunda y barrancosa por cuyo fondo corría un riachuelo, se le presentó en la cresta de la montaña la mole del castillo iluminada ya por los rayos del sol, mientras los precipicios de alrededor estaban todavía oscuros y cubiertos de vapores. Paseábase un centinela por entre las almenas, y sus armas despedían a cada paso vivos resplandores. Difícilmente se puede imaginar mudanza más repentina que la que experimenta el viajero entrando en esta profunda garganta: la naturaleza de este sitio es áspera y montaraz, y el castillo mismo cuyas murallas se recortan sobre el fondo del cielo parece una estrecha atalaya entre los enormes peñascos que le cercan y al lado de los cerros que le dominan. Aunque el foso se ha cegado y los aposentos interiores se han desplomado con el peso de los años, el esqueleto del castillo todavía se mantienen en pie y ofrece el mismo espectáculo que entonces ofrecía visto de lejos".
(Fragmento del capítulo X de El Señor de Bembibre).
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