CASTILLO DE CALATAÑAZOR (Soria).
Calatañazor es una villa fortificada en forma de triangulo isósceles que conserva gran parte de los lienzos primitivos. El castillo, roquero, se encuentra en el vértice sudoeste. Ha tenido ilustres propietarios como María de Molina, adelantada mayor de Castilla, el linaje de los Padilla por cuyo nombre también se conoce) o los condes de Medinaceli.
El castillo se encuentra en estado de ruina consolidado por las últimas actuaciones.
La planta del castillo sería la siguiente:
Su elemento más importante es la torre del homenaje. Juan Fernández de Padilla recibió de Enrique II de Castilla el señorío jurisdiccional de la villa y su tierra, por lo que la familia estableció su residencia principal en esta torre durante varias generaciones
Desde la torre se puede ver la plaza de la villa donde se sitúa la picota o rollo de justicia. Esta estructura podía tener una función penal (columna en la que se exponía a los malhechores a la vergüenza publica) o jurisdiccional, representando la categoría administrativa de la localidad, marcando el limite territorial o como monumento conmemorativo de la concesión del villazgo. En este caso simbolizaría la autoridad de D. Juan de Padilla, adelantado Mayor de Castilla y señor de la Villa y Tierra de Calatañazor, en 1460.
La construcción de la torre se remonta al siglo XII, aunque existen hipótesis que postulan que se construyó sobre otra torre de origen musulmán, basándose en el cambio de aparejo utilizado en la base de la construcción.
Al exterior se protegió por otro recinto murado más bajo para proteger la base de la muralla, apoyado en el borde de la peña y flanqueado en sus extremos por torreones circulares. Es la llamada antemuralla o falsabraga.
En las inmediaciones de villa y castillo encontramos dos interesantes propuestas. La primera está a los pies del castillo y sería una pequeña necrópolis medieval, de los siglos XI-XII de tres tumbas. Formaría parte de la desaparecida iglesia de santa Coloma, una de las nueve parroquias de Calatañazor durante la Alta Edad Media. Están excavadas en un bloque de piedra caliza, siendo dos antropomorfas y una de bañera. Su orientación noroeste-sureste forma parte de un ritual religioso cuya finalidad era colocar al difunto mirando al Este, hacia Tierra Santa. Se taparían con una o varias losas.
El caballito de la Lonja homenajea al fotógrafo minutero Ángel Cordero, que en 1925 se instaló en la plaza que hay detrás de la Lonja para retratar a los niños subidos a su caballito de cartón piedra. Dedicó más de 50 años de su vida a sacar una sonrisa a miles de niños zaragozanos
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