CASTILLO PERACENSE (Peracense. Teruel).
La primera vez que visité este castillo fue hace unos veinticinco años. Tenía ganas de volver una vez terminadas las obras de rehabilitación y consolidación. En un día frío con aljibes congelados y restos de nieve me ha vuelto a sorprender gratamente.
Un poco de historia. El enclave ya fue utilizado desde la Edad de Hierro explotándose vetas de este mineral. También fue ocupado en época islámica (siglos X y XI). El castillo es mencionado en el fuero de la ciudad de Daroca (mitad del siglo XII). En un cartulario del principios del XIII el castillo es nombrado como "límite".
La fortaleza será una posición estratégica y limítrofe entre los reinos de Castilla y Aragón en el siglo XIV. Con la unificación de estos dos reinos pierde esa importancia defensiva y va cayendo en un desuso progresivo que acabará en su abandono. Tendrá un último uso castrense durante las guerras carlistas. Posteriormente será utilizado como cantera y almacén.
La fortaleza se ubica en un entorno natural único. Los constructores supieron utilizar la topografía original del terreno y la piedra circundante que le da un característico color rojizo que le permite mimetizarse con el entorno.
Está formado por tres recintos concéntricos. Os muestro un plano:
Una vez atravesada la puerta exterior llegamos al primer recinto. Se trata de una albacara o patio de armas exterior que era utilizado como refugio de la población y de las caballerías en momentos de peligro y conflicto.. Está protegido por una gruesa muralla (de unos tres metros) y varias torres (una de ellas de roca natural).
No hay construcciones en el mismo a excepción de unas caballerizas (podemos ver los comederos hechos en el espesor de los muros) que actualmente son la tienda y los baños. Existen junto a ellas unas escaleras de madera modernas que suben al adarve (podemos observar los primeros peldaños de la original de piedra).
Este gran espacio acoge una excelente colección de máquinas de asedio y ataque a escala 1:1 o 1:5 tanto musulmanas como cristianas.
Abandonamos este recinto por una segunda puerta que nos lleva a otro intermedio. Una muralla, de menor grosor, separa ambos recintos de norte a sur. La puerta de entrada está protegida por una torre en cuya base estaría el cuerpo de guardia. Al lado habría otras dependencias entre las cuales se encuentran restos de una cocina. Actualmente son un espacio museístico.
En este segundo espacio hay varios elementos. Vamos a verlos. En primer lugar, el aljibe principal (el castillo contaba con varios). Se encuentra en un rincón sombreado. Ha sido reconstruido con sus piezas originales. La cisterna se excavó en roca viva y la cubierta descansaba sobre los tres arcos fajones que vemos. Cuenta con una gran capacidad (unos 60.000 litros) que se captaban mediante una serie de canalillos tallados en las rocas circundantes.
En un extremo oeste, lugar más expuesto a ataques, se encuentra la llamada Torre del Hospital. Es una torre de guardia que articula los recintos exterior y medio. Fue ampliada durante la Guerra de los dos Pedros (1356-1369).
A su lado podemos ver una de las más antiguas máquinas de contrapeso musulmanas, un lu'ab. De tracción manual, arrojaba proyectiles no muy pesados. Su alcance era reducido.
En el otro extremo vemos un conjunto de ruinas consolidadas. Se hallan sobre una poterna que comunicaba el castillo con el poblado medieval Peracense. Consta de una pequeña capilla con restos de su altar y de una necrópolis en la que se encontraron cuatro enterramientos completos.
Desde este punto tenemos una excelente perspectiva de los restos de aquel poblado.
Y, por último, subimos al tercer recinto. Está construido sobre una gran roca de rodeno. Se accedía por una escalera de piedra y un puente levadizo que acababan en alto en una pequeña puerta con arco de medio punto apuntado. Este acceso está protegido por un muro con terraza que contiene un matacán. A partir de esta puerta, una escalera excavada en la roca natural nos conduce al recinto alto del castillo. Todo este conjunto superior tiene una complicada distribución, muy propia para la defensa, ya que él se guardaban las provisiones, el armamento... Era el último bastión de la fortaleza.
Avanzando llegamos a una gran sala rectangular (calculo que más de cuarenta metros cuadrados) cubierta con una bóveda de cañón apuntado. En la pared sur se abren dos estrechos vanos y en la norte existe una pequeña sala con una chimenea, quizá para uso privado del alcaide.
Atravesamos una serie de salas y terrazas que se adaptan a la complicada orografía del peñasco. Vemos, por ejemplo, una cocina con restos de un horno de planta circular y un cuarto anejo que podría tratarse de una despensa. Existe también una espacio rectangular que fue acondicionado durante el siglo XIX (guerras carlistas) como polvorín.
Un aspecto singular del castillo es su sistema de captación de aguas pluviales, formado a base de canalillos ejecutados en la roca natural, que conducen las aguas recogidas a cisternas y aljibes excavados en la roca (uno de ellos de más de cinco metros de profundidad).
Su carácter de atalaya privilegiada permite enlaces ópticos en enclaves
próximos como Monreal del Campo, Singra y cerro de San
Ginés.
Dos últimos apuntes. Según diversas fuentes en el siglo XV existía en el castillo una ceca donde se acuñaba moneda falsa. Y, por otra parte, se han encontrado restos del uso de una cantera dentro del recinto exterior de donde se extraían piedras de molino de rodeno.
Castillo Peracense, un magnífico castillo en un entorno único.
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