ERMITA DE SANTA BÁRBARA (La Fresneda. Teruel).

  

  ERMITA DE SANTA BÁRBARA (La Fresneda. Teruel).


En esta ocasión nos dirigimos a una muela (promontorio rocoso con cumbre plana) situada sobre la localidad turolense de La Fresneda. Cerca, en otro cerro paralelo y de similar altura, se encuentran los restos de un antiguo castillo calatravo.

Para llegar a la cima subiremos por un moderno calvario excavado en la roca, salpicado de cipreses y con algunas pequeñas ermitas u oratorios en la ascensión.





Ya en la parte superior nos encontramos con los restos del templo que nos ocupa. Más tarde comentaré otros interesantes lugares de la planicie (incluida una alineación solar) pues en la zona se han encontrado restos de un asentamiento de la Edad del Bronce y de otro de una etapa ibera.



El lugar se encuentra advocado a Santa Bárbara, una advocación muy abundante en esta comarca. Creo recordar que esta santa fue retirada del santoral en 1969 (junto a otros muchos santos por no existir o ser legendarios) y ser rehabilitada en 2002. No es de extrañar esta denominación con la suposición, dada las características del enclave, de suplir a las fuerzas de la Naturaleza o a dioses paganos.




La planta y orientación de la ermita es muy particular. No está orientada, como es habitual, al Este sino al Noreste. En cuanto a la planta es poligonal, de hecho su planta corresponde a una cruz patada templaria. Es más, la cruz estaría dispuesta siguiendo la orientación de los puntos cardinales. tal y como os muestro en la fotografía siguiente.





 Existe documentación que indica que existía una construcción primigenia sobre la que se erigió un templo barroco a mitad del siglo XVIII. Esta edificación tenía tres retablos, crucero, cúpula y coro alto. Debido a su posición estratégica fue ocupada y destruida durante las Guerras Carlistas (al igual que el vecino castillo). Fue reconstruida por iniciativa y donativos de los propios vecinos en el año 1891 Según reza una inscripción que todavía podemos ver: "Charitas me fecit. 1891" . De nuevo, debido a su ubicación, en el transcurso de la Guerra Civil trajo consigo su destrucción y dejó las ruinas que vemos hoy.





Cruzamos el umbral. Comprobamos que no queda nada de la cubierta. Podemos ver que tiene tres altares: uno enfrente y otros a izquierda y derecha.




En el lado de la Epístola encontramos los restos de dos espacios. El que se encuentra en la cabecera conserva parte de la cúpula y no tengo claro su función. En este lado también, a los pies, aparece una estancia con las ruinas de una escalera que seguramente nos llevaría hasta un coro alto.





Un detalle muy interesante es la presencia de un depósito de agua dentro del templo (he señalado su situación en el dibujo de la planta del mismo). Hay opiniones que teorizan sobre si fuese una reserva de agua para el ermitaño que viviera en el lugar. Otros, entre los que me encuentro, postulan por un fin astronómico a tenor de las numerosas cazoletas que podemos ver en el páramo.


    


 Desde el punto de vista energético (y recogiendo los estudios de Miguel Giribets)  la ermita de santa Bárbara es muy interesante. Partiendo de ella podemos trazar siete líneas rectas que comunican con hasta 18 ermitas de la comarca. En todas ellas abundan las cazoletas.




En las ruinas de la ermita encontramos algo poco usual: un punto energéticamente neutro. Se encuentra situado en el lado en el que se encuentra el "deposito", a tres o cuatro metros de la entrada (está señalizado).


      


Toda esta planicie fue un foco de adoración de divinidades (Madre Tierra) desde la Edad del Bronce. Y ya que nombré a las cazoletas derivo a una singular piedra que es el motivo de hacer coincidir mi visita a este enclave con el solsticio de verano. Bien, a pocos metros de la ermita encontramos una losa tallada con forma de útero. Es el solsticio los primeros rayos solares inciden sobre el líquido colocado previamente en la piedra y devuelto mediante unos canecillos, tras el ritual correspondiente, a la Madre Tierra. Me encantan estos fenómenos lumínicos. 





Pero existen otros elementos que confirman la sacralidad del enclave: un poco más allá se desarrolla una espiral doble y poco más allá encontramos una pequeña y extraña gruta.




Volvamos a la cueva que se haya en la parte inferior de una gran roca. El conjunto asemeja a la forma de un órgano sexual femenino. Su orientación es también a la salida del Sol en el solsticio de verano. Otro detalle, a la derecha podemos ver unos agujeros en la roca (a modo de mechinales), seguramente restos de una antigua construcción.




En el interior de la pequeña gruta podemos ver un dibujo pintado de blanco que podría asemejarse a un útero. A su alrededor vemos una gran cantidad de puntos pintados de color rojo. Todo ello relacionado con posibles rituales iniciáticos, rituales ancestrales de fecundidad.





Subir hasta aquí arriba tiene otro fabuloso aliciente que no es otro que las maravillosas vistas de la comarca del Matarraña.




Por cierto, a los pies del montículo se encontró tallada en piedra una figura de unos 80 centímetros de longitud que se ha convertido en símbolo de la población. Es una figura antropomorfa masculina en cuyas "manos" podemos ver los siete planetas que se ven a simple vista (una curiosidad, en muchas representaciones que podemos ver hoy por hoy hay cuatro círculos a cada lado, en el original son tres y cuatro).







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