MURALLAS DE ÁVILA


MURALLAS DE ÁVILA

Ávila fue declarada Patrimonio de la Humanidad en 1985. En esta ocasión vamos a visitar y recorrer su gran símbolo: su completa muralla medieval que es visitable en gran parte de su recorrido.


Fue mandada construir por Alfonso VI de León a finales del siglo XI empleando en ello alrededor de una década. Su objetivo era fortificar las ciudades para repoblar la zona ofreciendo seguridad.

Los datos impresionan: 2516 metros de perímetro, 87 torreones o cubos (más uno que fue eliminado para constuir la capilla de S. Segundo al lado de ábside exterior de la capital), 12 metros de altura y 3 de anchura, 9 puertas y 2 porteras y 2500 merlones o almenas.




Accedo por la Puerta de Alcázar. Es la entrada más solemne, se compone de dos torreones unidos por un puente. Contaba y la protegían un foso y una barbacana hoy desaparecidos. En este lugar se realizó el destronamiento del rey Enrique IV de Castilla.

 Del alcázar que le da nombre apenas quedan resto, solamente un muro en un jardín contiguo y parte de sus chimeneas).
 
Encima de la puerta encontramos los escudos de los Reyes Católicos y una lápida conmemorativa de una restauración efectuada en el siglo XVI por Felipe II que fue crucial para que la conservación posterior.




Por unas empinadas escaleras subo al adarve. Obtengo una buena panorámica de la plaza de santa Teresa y de la iglesia de san Pedro con su fachada románica.




Este adarve era el camino por el que se hacía la ronda y permitía hacer la distribución de los defensores. Una curiosidad, en la Edad Media  la nobleza no consideraba bien visto trabajar con las manos.

 


Nuestro recorrido se ve interrumpido por la catedral de la ciudad cuya cabecera forma parte  de la muralla. Para no restar eficacia se forro el ábside ocultando los absidiolos.




Para continuar deberemos bajar a la calle. Allí encontramos una nueva puerta llamada de las Carnicerías o del Peso de la Harina (allí se guardaba un recipiente que regulaba el peso del grano que entraba en la ciudad). Este es el tramo más alto, llega a medir quince metros.




Volvemos a subir al paso de ronda para continuar alejándonos de la Catedral de San Salvador.




La construcción de la  muralla requirió un gran esfuerzo económico y de toda la sociedad en su conjunto. Participaron cristianos, judíos, musulmanes. Fue el trabajo y resultado de toda la sociedad.

Los mudéjares aportaron su  habilidad en albañilería (hasta ser expulsados) dejando numerosos frisos y arcos de ladrillo en muchos lugares. Los judíos aportaron hierro para las puertas, cadenas y otros complementos. Los campesinos de los alrededores se encargaron de limpiar los fosos y conseguir la piedra, la cal y la arena necesarios. 

El buen estado de la muralla es debido, además de las restauraciones, a que las familias solían construir sus palacios adosados a un tramo de la muralla y se ocupaban del mantenimiento y defensa del mismo.




Continuamos nuestro recorrido por el adarve en dirección a oro interesante lugar: La Basílica de S. Vicente. Por esta zona hubo asentamientos romanos (incluso una necrópolis) y en la muralla encontramos numerosas piedras reutilizadas de los mismos (luego comentaré).
 
 La Basílica de san Vicente bien merece (y tendrá) otra entrada. Representa toda la transición desde el románico hasta el gótico isabelino del XIV.
 
 


Próximo a la basílica se encuentra la puerta de homónimo nombre de características muy semejantes a la vista Puerta del Alcázar. Si avanzamos al Norte, en el torreón esquinero donde la muralla cambia de dirección, encontramos embutido un verraco celtibérico del que podemos ver la cabeza que se llegó a confundirse (el torreón se llama el Cubo de la Mula). Es más, la tradición dice que aquí fue enterrada la mula que trajo (libremente) los restos de S. Pedro del Barco hasta la basílica.





Retornamos a nuestro recorrido por encima de la muralla. Este tramo nos llevará hasta la espadaña de ladrillo, huella de un convento carmelita que hubo allí.

Desde nuestra perspectiva en este tramo podemos los patios y jardines pertenecientes a los numerosos palacios que se encontraban en él: Palacio de los Bracamonte, de los Sofraga, de los Águila...





Por debajo existe otra puerta, del mismo nombre, cuya entrada es en codo, la típica defensa musulmana para evitar un ataque directo. Otra característica particular es que los torreones que la defienden tienen planta cuadrada.





Continuamos un poco más, ya no vemos palacios sino bajas edificaciones. En este sector, en la Edad Media vivían gente humilde y artesanos. 




Al exterior podemos ver interesantes construcciones como el puente del siglo XII sobre el Adaja (aunque tiene un origen romano), el palomar (actualmente albergue de peregrinos), las visitables tenerías judías de la Edad Media o la Ermita románica de san Segundo.

Abandonamos el adarve y salimos por la Puerta del Puente. No es gran cosa y fue remodelada en el s. XVI pero era el lugar de acceso a la ciudad de los que llegaban por el Oeste.





En este momento circundaremos al pie de la muralla con dos objetivos. El primero es admirar la solidez y altura de la fortaleza:




La razón es buscar y encontrar los numerosas piedras y losas reutilizadas de la época romana y que tenían distintas funciones. Por ejemplo, podemos encontrar cistas (sillares con orificios tallados en el centro donde se enterraban las cenizas) o estelas (encontradas sobre tumbas y que cuentan con inscripciones).




También encontramos numerosos sillares de granito gris, principalmente en la base, con pequeños orificios que servían para su extracción en cantera.




Pero Ávila es mucho más que un recinto amurallado medieval, esta ciudad guarda unos cuantos especiales enclaves. Los iremos visitando.


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