REAL MONASTERIO DE SAN LORENZO DEL ESCORIAL.
REAL MONASTERIO DE SAN LORENZO DEL ESCORIAL.
Icónico y formidable enclave. Inscrito como Patrimonio de la Humanidad desde 1984, aunque ya fue considerado desde finales del siglo XVI como la Octava Maravilla del Mundo, tanto por su tamaño y complejidad como por su valor simbólico. Existe la teoría de que Felipe II se inspiró en el Templo de Salomón como modelo arquitectónico para darle una casa a Dios. Sería el edificio perfecto pues según la Biblia sus planos fueron delineados por el mismo Dios quien se los entregó personalmente al rey David. No en vano ´las efigies de seis reyes de Israel están en la fachada de la Basílica y David y Salomón están en el centro.
Los motivos que llevaron al monarca construirlo fue doble: reconocer y agradecer la victoria de S. Quintín a Francia y realizar un Panteón Real para su padre y los futuros reyes españoles. El estilo arquitectonico sería el Renacimiento, pero con poquísima decoración. Marcaría tendencia. Se emplearon diez años en su construcción e ingentes cantidades de recursos materiales y económicos.
También podría existir un motivo, digamos, esotérico. Según la leyenda, Lucifer fue desterrado del Cielo y vivió en una cueva situada en la zona. Entre la expulsión y su destierro a los infiernos creó siete puertas por la Tierra que comunicaban con el Infierno. Felipe II conocía esta historia y por eso mandó construir el Monasterio justo encima de esta puerta, para sellarla para siempre.
El monasterio estaba pensado para que en él habitara una comunidad de cincuenta monjes jerónimos, pero el rey decidió aumentar el número: el edificio debía acoger a cien monjes lo que llevo a aumentar sus dimensiones iniciales. Con la Desamortización abandonaron el lugar, pero volvieron cincuenta años después en forma de religiosos agustinos. Actualmente su número es de cuarenta y siete.
El complejo incluye un palacio real, una basílica, un panteón, una biblioteca, un colegio y un monasterio. Las cifras son impresionantes: 33.327 metros cuadrados, 2.673 ventanas, tres pisos con 4.000 estancias, 1.250 puertas, 16 patios interiores, 88 fuentes, 45.000 libros impresos, 5.000 códices, 1.600 cuadros y 540 frescos ...
La entrada se encuentra al Oeste. Sobre ella se encuentra la especial biblioteca que un poco más adelante descubriremos.
La planta del enclave sería similar al instrumento de martirio al que esta advocado el monasterio, la parrilla de san Lorenzo. El mango de ésta sería el Palacio del monarca.
Se distingue por su sobriedad y líneas rectas siendo el cubo y el cuadrado sus figuras dominantes. Todos los patios son cuadrados salvo el Patio de los Reyes que es prácticamente un rectángulo áureo.
A continuación os muestro un plano con los principales espacios que iremos descubriendo.
Comenzaremos la visita por el Patio de los Reyes. Es la estructura más simbólica del Monasterio ocupando el eje de simetría del edificio, la línea recta que une la biblioteca, el altar, el panteón y el trono.
Desde la entrada de este lugar, a la puesta de Sol, podemos ver un brillo dorado en algunas piedras, como si fueran de oro. En realidad, son cajas de bronce que guardan en su interior reliquias de santos como protección del edificio.
En la fachada de la iglesia vemos una galería con los seis reyes de Israel constructores del Templo de Salomón, el modelo a seguir por Felipe II con todo su simbolismo. En centro se encuentran David y Salomón, y a los lados Josías, Manasés, Josafat y Ezequías. Están construidos en granito salvo las cabezas y las manos que son de mármol blanco. Los atributos y las coronas son de bronce dorado.
Como buen bibliófilo tenía un interés especial en visitar la Biblioteca. He leído en algún sitio que es posiblemente el mejor lugar donde comprender la intención de construir el edificio en honor de cuatro pilares: la Monarquía, la Fe, las Ciencias y las Artes.
Sus fondos cubren manuscritos de muy diversas lenguas, así como libros impresos que cubren desde el siglo V al XVIII. Las disciplinas tratadas son de lo más diverso y sus volúmenes alcanzarían el número de 50.000, con 5.000 códices. La cifra era bastante mayor (hasta 80.000), pero un incendio en el s. XVII y la invasión napoleónica mermaron el numero.
Felipe II tenía otra biblioteca donde guardaba libros relacionados con la alquimia y la magia y donde practicaba deforma práctica algunos experimentos. Este lugar era una de las cuatro torres del Monasterio también llamada la Torre de la Botica.
Sobre la puerta de acceso podemos leer la advertencia del papa Gregorio XIII con la excomunión a quien sacase libros u otra cosa de esta librería.
Los muebles son originales de la época. Veremos una serie de retratos reales tanto de Felipe II como del resto de los monarcas de la Casa de Austria.
Los libros están colocados con el corte dorado hacia el exterior para dar un aspecto de biblioteca aurea homogeneizando el conjunto. Esta colocación permite también la aireación de los volúmenes.
En la estantería número 14 se encuentra un especial ejemplar: el facsímil del Códice Áureo que contiene los evangelios escritos en letras de oro y cuidadas iluminaciones (del siglo XI).
A lo largo del eje central de la sala se exponen abiertos reproducciones facsímiles de tesoros custodiados por la Biblioteca del Escorial. Os muestro, a modo de ejemplo, el Libro del Ajedrez de Alfonso X el Sabio.
También hay diversos e interesantes objetos y antiguos instrumentos científicos como la esfera armilar, globos terrestres y celestes o una roca magnetita de cinco kilos que fue encontrada durante las excavaciones previas a la construcción.
Ahora levantemos la mirada hacia las pinturas del techo realizadas al fresco. Veremos representadas las artes liberales estudiadas en las universidades en ese momento: el Trivium (Gramática, Dialéctica y Retórica) y el Cuadrivium (Aritmética, Música, Geometría y Astrología). En el eje central siete matronas nos las representan, a su lado personajes relacionados. En el friso se nos muestra la construcción de la Torre de Babel.
En los extremos encontramos alegorías a la Teología (sobre la puerta de entrada) y la Filosofía (en la salida).
Volviendo al Patio de los Reyes, nos dirigimos a la Basílica. Es otro punto neurálgico del edificio situado en su eje. Está construida en sillería de granito y su planta sería de cruz griega, aunque si le añadimos la entrada y la cabecera se transformaría en latina siguiendo los preceptos del Concilio de Tren
La entrada a la basílica se hace por el sotocoro. Este lugar recoge una proeza arquitectónica del momento. Juan de Herrera no pudo realizar la clásica bóveda pues el rey impuso que quería colocar el coro justo encima. El arquitecto solucionó el problema ideando una cúpula plana. Existe una leyenda relativa a ella:
Felipe II mantenía que esta cúpula no podía soportar el peso. Herrera defendía que sí. El rey mandó colocar una columna central. Sin embargo, un seguro Herrera colocó un pilar falso para hacer creer que se sostenía sobre él. En este momento pasó un papel entre pilar y bóveda demostrando que se aguantaba sola. Ante esta treta se dice que Felipe II exclamó: "Herrera, Herrera, con el Rey no se juega"
Dentro de la Basílica me llamó especialmente la atención un Cristo realizado en mármol blanco de Carrara sobre una cruz realizada en mármol negro. En origen se esculpió desnudo, pero al Escorial llegó ya con ese paño de pureza, pese a ello se consideró que era inapropiado para coronar el Altar Mayor.
Me gusta especialmente ponerme en el crucero y elevar la mirada para admirar las cubiertas y cúpulas. La cúpula guarda cierta semejanza con S. Pedro en el Vaticano. La decoración muestra una amplia iconografía con episodios del Antiguo y Nuevo Testamento resaltando alegóricamente a la Virgen y a la Eucaristía.
El Retablo Mayor destaca por su buen hacer y por superponer en sus niveles distintas órdenes arquitectónicas. El primer cuerpo cuenta con columnas dóricas, el segundo con columnas jónicas y el tercero con columnas corintias. En un cuarto nivel hay un orden compuesto de los anteriores. En lo más alto se encuentra el clásico Calvario.
Las esculturas fueron realizadas en bronce dorado siendo de mayor tamaño cuanto más alto es el lugar que les corresponde (es una corrección óptica para que parezcan del mismo tamaño desde el suelo). En el primer cuerpo se hayan los Doctores de la Iglesia: San Agustín, San Ambrosio, San Gregorio Magno y San Jerónimo y en el segundo cuerpo, los Cuatro Evangelistas. El lienzo central representa el martirio de S. Lorenzo.
Existen dos cenotafios ambos lados del altar mayor: a la izquierda representa la familia de Carlos V (el emperador, su esposa Isabel de Portugal, su hija María de Austria y sus hermanas María de Hungría y Leonor de Francia) y a la derecha la de Felipe II (el monarca, su cuarta esposa Ana de Austria, su tercera esposa Isabel de Valois, su primera esposa María de Portugal y su primogénito el príncipe Carlos)
San Lorenzo del Escorial puede considerarse el relicario de relicario por la gran cantidad de reliquias que acumula. Todas están documentadas: un total de 7432, de las que 12 son cuerpos enteros, 144 cabezas y 306 miembros completos.
Se encuentran en dos grandes armarios situados a ambos lados del altar mayor que solo son abiertos el día de Todos los Santos, 1 de noviembre. En el lado del Evangelio se encuentran los huesos de santas y mártires y en el de la Epístola los restos de santos y también de mártires.
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Salimos de la basílica y nos dirigimos al Sur, hacia el Patio de los Evangelistas. Entorno a éste se encuentra un Claustro Bajo por el que paseaban los jerónimos en tiempo de oración. En sus muros hay 72 pinturas que recorren la vida de la Virgen y de Jesucristo y acaban en el Juicio Final. En el lado Oeste se encuentra la Escalera Principal que non llevaría al Claustro Alto.
No nos dejamos engañar por la austeridad de la escalera y subimos por ella. Encontramos unos excepcionales frescos con numerosas referencias a Carlos I y Felipe II, a la Casa de Austria.
Si seguimos unos metros más llegaremos a la llamada Iglesia Vieja pues fue la primera iglesia del monasterio. También se llama la Iglesia de Prestado pues duran la construcción del palacio Felipe II la utilizó de capilla, panteón real y hasta como dormitorio pues durante las obras el rey durmió en un altillo de madera en el extremo más alejado de la entrada. Allí tenía también un pequeño oratorio.
Quiero llamar la atención sobre el cuadro que se haya tras el altar. Es el Martirio de san Lorenzo de Tiziano del que se dice que el pintor utilizó sus propios dedos para realizarlo.
A continuación se encuentran las Salas Capitulares usadas actualmente como pinacotecas. En estas salas se reunían los monjes a capítulo u otras reuniones cotidianas. Los capítulos podían ser vicarial o prioral según los presidiera el vicario o el prior.
El Panteón de Infantes se encuentra bajo las Salas Capitulares y la Sacristía. Fue realizado en el siglo XI (por que el anterior fue insuficiente) para los infantes (hijos legítimos no herederos al trono). Los materiales utilizados fueron el mármol blanco de Carrara y Florencia y la piedra berroqueña (granito de la Sierra de Guadarrama).
Recorriendo los distintos espacios llegamos a Mausoleo de Párvulos, un monumento funerario en forma de tarta formado por 60 nichos donde están los infantes de las Casa de Austria y Borbones que no llegaron a la pubertad.
Seguimos recorriendo los espacios con sus sepulcros. Me gustó especialmente el de Juan de Austria, hijo ilegitimo de Carlos I, hermanastro de Felipe II y vencedor de Lepanto.
Nos queda por visitar en Panteón de Reyes situado bajo el presbiterio de la Basílica. La decoración es fabulosa comenzando por una lampara de araña de 24 brazos. No está permitido realizar fotografías (la que muestro es de Patrimonio). Aquí descansan los restos de los reyes y reinas de España salvo Felipe V y Fernando VII.
Descendiendo hacia la cripta, a la derecha, veremos una puerta de madera cerrada. Es el pudridero real. En este reducido lugar los cuerpos pasan 25 años culminando el proceso biológico. Se ocupan del mismo los padres agustinos.
A continuación, recorreremos diferentes salas del Palacio de Felipe II. Las estancias privadas del Prudente destacan por su sencillez y austeridad. Desde su cama podía ver parte de su jardín privado (al este) y al norte, a través de las puertas de su oratorio, el altar mayor de la Basílica.
En las estancias vemos un zócalo con la cerámica blanca y azul propia de Talavera de la Reina. El pavimento suele ser de baldosas rojizas que seguramente estarían cubiertas de esteras o alfombras. Me gustaron especialmente una serie de puertas de marquetería realizadas con maderas de haya, peral, fresno, arce y nogal.
En el suelo me llama la atención una linea realizada en bronce. Es una meridiana solar (de tiempos de Fernando VI) que indica el momento que el sol pasa por el meridiano local a las 12:00. Se utilizaba para poner en hora los relojes de cuerda.
A lo largo de todas las cámaras vemos numerosos objetos de época o significativos como una silla de manos usada por el monarca en sus últimos desplazamientos pues, como su padre, padecía de gota.
Subiendo una escaleras llegamos a la llamada Sala de las Batallas. Es la más grande de todas las y está totalmente cubierta por pinturas murales. La larga bóveda de cañón me recuerda aquella otra que vimos al comienzo de la Biblioteca o a la de las Salas Capitulares.
No se sabe a ciencia cierta cuál era su uso, pero dado su simbólico carácter (muestra del gran poderío militar del Imperio Español). Se especula que era para amedrentar a los embajadores que se dirigirían por aquí hacia una audiencia con el monarca.
En los extremos, rodeando las puertas, se nos muestra la Batalla de las Terceiras y el desembarco en la isla Terceira y conquista de Angra. Estas victorias supusieron la incorporación de Portugal a Corona de Castilla.
En los otros lados se representan otros hitos de las tropas castellanas. A la izquierda vemos representada la Batalla de Higueruela en la que Juan II luchó contra las tropas nazaríes de Granada. En el lado en el que se encuentran las ventanas hay siete escenas de la Batalla de S. Quintín.
Con el cambio de dinastía el Escorial dejo de usarse en favor del Palacio Real y la Granja de S. Ildefonso. Serán Carlos III y Carlos IV quienes renovarán el estilismo y crearán los espacios que hoy conocemos como el Palacio de los Borbones. La escalera de acceso a esta residencia será realizada por Juan Villanueva y serán precisamente los retratos de Carlos IV y su esposa María Luisa de Parma quienes nos reciben.
Hay una sala que es diferente a las demas: el Salón Pompeyano (Neoclasicismo). Seguramente se inspire en las excavaciones de Pompeya y Herculano propiciadas por Carlos III, en su momento rey de Nápoles. La fotografía de al lado, el Comedor de Gala.
Como ocurría en el Palacio de los Austrias, también en el de los Borbones, se seguía la etiqueta borbogoña que imponía la división del palacio en dos cuartos: el del Rey y el de la Reina. En esta última existe un pequeño oratorio, el de Isabel II, la única reina titular hasta este momento.
Volvemos al exterior para pasear (visita libre) por el Jardín de los Frailes. Está situado al sur y pretende integrar arquitectura y naturaleza. Sigue concepto que el rey tenía de la jardinería, que debía proporcionar belleza visual, además de permitir el cultivo de hortalizas y frutas. El jardín se encuentra entre el Monasterio y las huertas que garantizaban el abastecimiento a la comunidad religiosa y a los cortesanos.
También existe un Jardín Real de carácter reservado que contaba con cuatro espacios: Del rey, de la reina, del principe y de los cortesanos.
Naturalmente el Monasterio trajo consigo muchos edificios y lugares relacionados con su construcción y mantenimiento como las Casas de Oficios o Casas de Infantes. Exactamente como sigue ocurriendo hoy en día.
No podía ser de otra forma, debo acabar mi visita a este enclave yendo a la llamada Silla de Felipe II. La leyenda afirma que este era el observatorio del rey durante la construcción del monasterio.
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